Según la introducción al primer bloque de artículos de la publicación «Psicología Económica. Presente y futuro» realizada por Patricia Martín Gómez, «desde sus inicios, la Psicología Económica ha evolucionado significativamente, consolidándose como una disciplina reconocida dentro de la Economía y la Psicología Aplicada».
La Psicología Económica abarca diversas áreas de estudio en las organizaciones e instituciones como la Psicología del consumidor, el marketing, el desarrollo organizacional, y está presente en ámbitos financieros, educativos, sanitarios, etc. Su relevancia ha crecido debido a su capacidad para explicar fenómenos como la aversión al riesgo, el ahorro, el endeudamiento, la evasión fiscal y la influencia de los sesgos en la toma de decisiones como base fundamental.
Cada vez son más los profesionales que la aplican, directamente o trabajando en consultoras especializadas, en organizaciones de distintos sectores, en instituciones y Administraciones Públicas.
Aunque, por sus investigaciones y publicaciones la Psicología Económica se puede considerar una disciplina, puede resultar más acorde hablar de una interdisciplina con un fuerte contenido de Psicología y Economía, pero también de Sociología y otras ciencias sociales. Un ejemplo de esta interrelación es la Asociación Internacional de Investigación en Psicología Económica (IAREP) fundada en 1982 y que “cuenta con una consolidada membresía internacional, que incluye a psicólogos y economistas, pero también a especialistas en administración de empresas, marketing y comportamiento del consumidor interesados en las áreas en las que se cruzan la Psicología y la economía”.
Este primer bloque de la publicación incluye cinco artículos que, sin que aparezca un texto específico sobre lo que se identifica como el eje fundamental de la Psicología Económica, heurística, sesgos y nudges, presentan distintas miradas hacia conceptos y aspectos con gran protagonismo en esta disciplina.
En primer lugar, Tomás Bonavía Martín, bajo el título Psicología Económica: definición, desarrollo y aplicaciones presenta una de las definiciones más aceptadas sobre qué es la Psicología Económica, estableciendo que “la Psicología Económica es el estudio científico de las conductas económicas de las personas”. Su objetivo principal es analizar cómo los individuos toman decisiones económicas y de qué manera estas afectan y son afectadas por factores cognitivos, emocionales y sociales, tratándose por tanto de un campo de naturaleza interdisciplinar.
Este enfoque permite una comprensión más profunda del comportamiento económico, abordando tanto los aspectos racionales como los irracionales de la toma de decisiones.
Según Bonavía, aunque la Psicología Económica cuenta con una historia centenaria, fue la concesión del Premio Nobel de Economía al psicólogo Daniel Kahneman en 2002 lo que marcó el salto al gran público de esta rama de la Psicología Aplicada. Pero, ¿sabemos realmente a qué nos referimos cuando hablamos de Psicología Económica?
Si bien existen múltiples denominaciones, empleando de forma amplia y común en ellas el concepto conducta, nos encontramos con términos como “Economía del Comportamiento”, “Economía Conductual” o en inglés “Behavioral Economics”, en los que, a pesar de poder encontrar alguna diferencia, básicamente, nos estamos refiriendo a lo mismo.
El autor nos detalla algunas aplicaciones y publicaciones recientes, recalcando que la Psicología Económica es mucho más que eso y que disponer de conocimientos en Psicología Económica es interesante porque constantemente estamos tomando decisiones, tanto a nivel personal como profesional y la Psicología Económica nos puede ayudar a tomar mejores decisiones.
Otro de los aspectos cruciales de la Psicología Económica, aunque no se trata habitualmente en las publicaciones, es su relación con los procesos de aprendizaje tanto consciente como inconsciente o sin procesamiento de la información.
Helena Thomas Currás y Francisco Rodríguez Cifuentes nos explican en el texto Procesos de aprendizaje y cambios de hábito que el aprendizaje se presenta como un cambio duradero resultado de la experiencia, tanto de la conducta como de los procesos mentales de las personas. Los procesos cognitivos como el razonamiento, la memoria, sumados a la experiencia social y/cultural previa, juegan también un papel fundamental en la toma de decisiones financieras, influyendo en la adopción de hábitos como son el consumo, el ahorro o la inversión.
En este proceso complejo de toma de decisiones intervienen, prácticamente, todos los procesos y variables psicológicas, pero, aunque el razonamiento asociado al estudio de los heurísticos y los sesgos, sea el proceso psicológico más estudiado en Psicología Económica, en este artículo se desarrolla, principalmente, el papel protagonista que en esta disciplina tiene también el aprendizaje.
Desde el mismo momento en el que se aprende, dicen los autores del artículo, las personas comienzan a tener una serie de hábitos o costumbres, algunas de las cuales pueden ser beneficiosas para ellas, mientras que otros pueden no serlo tanto. Cambiar estos hábitos puede ser difícil si no se tiene en cuenta un aspecto fundamental: hay que desaprender lo aprendido.
Qué compramos, porqué lo hacemos, cómo nos sentimos con ello, son, como comenta Víctor González Campabadal en el artículo Identidad, Economía y Estilo de Vida, cuestiones interrelacionadas con los valores de una sociedad. El contexto económico de una sociedad puede ser un determinante importante del comportamiento, resaltando también la relación del entorno económico con la formación de nuestra identidad.
La Identidad personal es una construcción que se forma y se transforma a través de un proceso continuo de narración, interacción social y ajuste a las aspiraciones personales. Es por tanto fundamental entender la identidad como un concepto dinámico y sujeto al cambio. Los patrones de comportamiento cambian con el tiempo, cómo y qué consumimos evolucionan ligados a la sociedad y la cultura, en consecuencia, también los valores asociados.
El autor plantea que las personas tendemos a construir historias sobre nosotras mismas y nuestras vidas, nuestras decisiones están profundamente entrelazadas con quiénes somos y cómo queremos ser percibidos. El autor del texto nos explica cómo el “yo” es una identidad dinámica moldeada tanto por factores internos como la autoimagen y las aspiraciones, y por factores externos como el entorno económico y los valores culturales.
Una importante variable que no se debe perder de vista en la Psicología Económica es la Influencia del género en el Comportamiento Inversor. Mª Teresa Pintado Sánchez nos explica cómo el comportamiento financiero está más condicionado por nuestras emociones y experiencias, que por nuestra capacidad analítica o nivel de conocimiento. La forma en que una persona gestiona su dinero no solo depende de su educación financiera, sino también de su visión única del mundo, su ego, su orgullo, valores y, en última instancia, su bienestar financiero.
En diversos estudios revisados por la autora se concluye que las mujeres invierten un 29% menos que los hombres. Observando las motivaciones para invertir, el 47% de las mujeres señalan que lo hacen para ganar dinero a largo plazo, mientras que el 41% lo hace para garantizar la seguridad financiera de su familia. Son datos que subrayan un enfoque más conservador en la inversión femenina, relacionado con una mayor aversión al riesgo y al miedo a la pérdida.
En términos generales, los hombres tienden a mostrar más confianza, incluso impulsividad, en el proceso de toma de decisiones, también en las decisiones financieras. Por su parte, las mujeres tienden a ser más cautelosas y reflexivas, incluso con cierta falta de confianza en el transcurso del proceso de toma de decisiones, dando por tanto lugar a la brecha de inversión de género.
En la última parte del presente bloque, Elena Ortiz Terán en su artículo Una mirada a la Neuroeconomía, nos describe cómo la forma en la que reacciona nuestro cerebro a la hora de tomar decisiones, económicas o de otro tipo, va a venir determinada por las emociones generadas a partir de fluctuaciones dopaminérgicas iniciadas en estructuras subcorticales de nuestro cerebro. Esto pone de manifiesto la importancia del estudio de la Neuroeconomía, como una nueva mirada que combina la perspectiva biológica con la psicológica para entender la toma de decisiones económicas.
Neuroeconomía, Psicología y Economía convergen determinando que la toma de decisiones es un proceso influido por expectativas aprendidas gracias a la experiencia, reajustando constantemente esas predicciones en función de los resultados obtenidos. Ortiz Terán nos habla de la suma de emoción más cognición, donde la primera siempre precede y condiciona el resultado de la segunda. Nuestros sentimientos y emociones reflejan una enorme cantidad de análisis «invisible», que tiene su origen en las predicciones de neuronas flexibles que se encuentran en constante cambio para adaptar sus conexiones y poder así reflejar mejor la realidad.
La autora explica que, según la hipótesis del marcador somático, las decisiones no se toman exclusivamente teniendo en cuenta el razonamiento, sino que también intervienen respuestas emocionales y fisiológicas aprendidas gracias a la experiencia.
Los textos que encontrarán a continuación muestran de forma detallada, y no exhaustiva, algunas pautas que pueden contribuir a comprender un poco mejor la Psicología Económica, el protagonismo que tienen las variables y procesos psicológicos y otros constructos como la identidad y el estilo de vida en cómo tomamos decisiones, porqué lo hacemos y qué nos lleva a ello, las diferencias de género en el comportamiento inversor y las aportaciones que las neurociencias pueden hacer a la Psicología Económica.
PATRICIA MARTÍN GÓMEZ
Psicóloga. Master en Dirección estratégica en RRHH.
Martín Gómez, P. (2025). ¿Qué es la psicología económica? En A. Navalón (Coord.). Psicología económica. Presente y futuro (págs. 13-15). Colegio Oficial de la Psicología de Madrid. doi.org/10.5093/copm2025g2

